Domingo Terroba

No soy un autor vocacional. Diría que son impulsos emocionales que necesitan una válvula de escape los que me empujan a escribir. No acudo a la escritura para dar sentido a mi vida, ni placer, ni realización personal, sino como un medio de vigilar mi mente. Y, a veces, encuentro cosas tan extrañas ahí dentro que me perturban, y a las que no sabría darles sentido si no las transformo en novela. No creo que sea terapia. Más bien es dejarte caer sobre las aguas de la consciencia e ir sorteando sus olas. 
Mi interés por el judaísmo y los comienzos del cristianismo vienen de lejos; un tema al que he dedicado y aún dedico muchas horas de estudio. De esta pasión por el Israel del siglo I nace mi novela A los ojos de Dios, un libro que narra la vida de personajes atormentados por su pasado, así como clavados a una fe que les impide vivir una vida plena, libre de prejuicios y con un temor enfermizo al castigo divino.
Vivo apartado del ruido. No participo en eventos públicos ni me gusta verme rodeado de gente. No quiere decir que haga vida de ermitaño, pero cuido mucho mi higiene mental y mi espacio privado. 
La privacidad es para mí un tesoro, un lujo, hoy día que todo se publica y se hace de las redes una biografía retocada de la vida. 
Necesito del silencio, es poderoso para ordenar la mente y proveerte de cierta calma.  

Where the Secrets are Hideen y A los ojos de Dios

suscríbete

Email enviado.
Email no fue enviado.